Stanley: el termo que se volvió un ícono (y una lección de branding)
- Victoria Lazbal
- hace 2 días
- 2 Min. de lectura

Tengo que admitir que yo soy fan de Stanley y le rezo a ese maravilloso producto. Sí, estamos hablando de ese termo medio grandote, que a simple vista parece incómodo de llevar, y que ahora aparece en todos lados. En TikTok, en Instagram, en la oficina, en la playa. Y no, no estoy exagerando: Stanley pasó de facturar 74 millones en 2019 a más de 750 millones en 2023. ¿Cómo logró eso un producto que no es nuevo, no es innovador y tampoco es particularmente atractivo? Spoiler: no fue el producto, fue la marca 😉.
No vendés termos, vendés pertenencia
El verdadero éxito de Stanley no está en el acero inoxidable, sino en lo que representa. Se convirtió en una señal de identidad. Tener un Stanley es formar parte de algo: una comunidad, una estética, un estilo de vida. Lo llevan desde influencers de moda hasta mamás, oficinistas, deportistas y fans de lo funcional.
La marca entendió que no era necesario hablar del producto. Era más potente dejar que la gente hable de lo que el producto les hace sentir.
TikTok, contenido real y viralidad con propósito

Mucho del boom de Stanley se dio en TikTok. Miles de personas compartieron sus videos usando el termo, decorándolo, comparándolo, contando por qué lo aman. El ejemplo más increíble: un video donde un auto se prende fuego... y el Stanley que estaba adentro sobrevive con hielo todavía en su interior. El video explota con más de 80 millones de vistas. ¿Qué hizo la marca? Le mandó al dueño un termo nuevo… y un auto. Sí. Un auto 🤯. Acá te dejo el video de Danielle.
Y ahí está la magia: cuando dejás que la comunidad sea la voz de tu marca, todo es más creíble. Más auténtico. Más potente. Psss... el poder del UGC 👈😎
Lo clásico también se reinventa

Stanley no cambió el producto. Cambió cómo lo cuenta. Le sumó colores nuevos, ediciones limitadas, colaboraciones y una estética más moderna sin perder su esencia. Mantuvo lo funcional, pero le agregó estilo y contenido. Y eso, en tiempos de sobreinformación, vale oro.
¿Y por qué nos importa todo esto?
Porque Stanley es la prueba de que no necesitás tener un producto sexy para construir una marca poderosa. Lo que necesitás es encontrar qué representa tu marca para las personas, generar contenido con sentido, responder con humanidad y construir a largo plazo.
No todo es hype ni likes. A veces es constancia, escucha y dejar que el público se apropie de la historia.
Conclusiones
Stanley no inventó nada nuevo. Solo entendió que hoy, más que nunca, las marcas viven en la cabeza y en el corazón de las personas. Y que cuando eso pasa, hasta un termo se puede volver deseado. Y yo soy uno de esos tantos casos de clientes que se enamoró de esta marca sus productos, ¿tú también? Te leo 🤓.
Vicky
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